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Las bombas de Ahmadinejad
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EL NUEVO PRESIDENTE DE LA República Islámica de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, puede haber ayudado sin pretenderlo a minar el mandato clerical en el país con sus recientes discursos y observaciones indignantes contra Israel.
Los escandalosos comentarios de Ahmadinejad llegaban en una fiesta iraní instituida por el ayatolá Jomeini al final del mes musulmán del ramadán y conocida como Día de Jerusalén; pretende incitar a los musulmanes iraníes contra el estado judío y el concepto sionista. Este año cayó el 26 de octubre. Ex miembro de la Guardia Revolucionaria que ya había provocado nueva ansiedad global a propósito de la teocracia iraní a causa del imparable ascenso de las ambiciones nucleares del país, Ahmadinejad utilizó la oportunidad para declarar que Israel "debe ser barrido del mapa", como cumplimiento de la misión oficial iraní de "Un mundo sin Sionismo".
Repentinamente, muchos iraníes sintieron haber sido transportados un cuarto de siglo atrás, hasta los peores excesos del mandato de Jomeini. Casi inmediatamente fue aprobada una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, condenando las declaraciones de Ahmadinejad. El gobierno israelí solicitó a la ONU que se expulsase a Irán. Los gobiernos occidentales - pero también los musulmanes iraníes y otros musulmanes chi'íes - comenzaban a expresar su descontento con Teherán.
No sólo eso, sino que la postura de la oposición a Ahmadinejad fue expresada por el sector más vulnerable del propio estado iraní, el cuerpo diplomático. Al igual que Arabia Saudí y diversas tiranías latinoamericanas, Irán ha enviado a menudo a los disidentes y "reformistas" potenciales al extranjero como embajadores durante los últimos años. Esto tiene la doble ventaja de eliminar a los individuos que pueden oponerse a los caprichos del gobierno y presentar una imagen mejor de la estructura de poder iraní ante un mundo receloso con motivos.
Numerosos diplomáticos iraníes habían expresado ya sus preocupaciones con respecto a Ahmadinejad en el momento de su elección en junio. Algunos de ellos habían descrito al nuevo jefe ejecutivo como un individuo sin educación, pomposo, inmaduro y bastante estúpido, que sólo puede traer mal a los iraníes. A pesar de las indignidades de las que pueden haber sido objeto por parte de los clérigos en el poder durante los últimos 26 años, los iraníes se enorgullecen de su antigua cultura y de un profundo apego al respeto del mundo, y se sienten avergonzados y aversivos ante un estilo presidencial tan primitivo.
La primera indicación del presente roce entre Ahmadinejad y los embajadores llegó varias semanas después de las amenazas del presidente a Israel, cuando la agencia de noticias oficial de la República Islámica anunciaba que Javad Zarif, embajador iraní ante Naciones Unidas y jefe del equipo de negociaciones del país en materia nuclear, había dimitido del segundo cargo. Zarif es un individuo cosmopolita con una reputación de moderación y un compromiso profeso con las reformas. Algunos musulmanes chi'íes cercanos a los iraníes predijeron que el embajador Zarif abandonaría pronto también su cargo en la ONU, pero fuentes de Teherán afirman que Ahmadinejad y otros le han suplicado que se quede. Comenzaron a circular rumores de que diplomáticos iraníes dimitirían en bloque.
Ahmadinejad les puso contra las cuerdas. Poco después de repetir su diatriba contra el estado judío, cuatro embajadores iraníes de primera línea fueron reemplazados de sus cargos: el embajador en Francia Sadegh Jarrazi (cuyo hermano, el Ministro de Exteriores Kemal Jarrazi, había dimitido después de que Ahmadinejad saliera elegido), que procede de una familia del clero que no puede ser tocada con represalias; Shamsedin Jaghani en Alemania; Hossein Adeli en Gran Bretaña; y Mohammed Alborzi en Suiza. Alemania y Gran Bretaña habían ido aún más lejos a la hora de esterilizar la imagen de Irán en Europa, con las relaciones comerciales como argumento, pero también expresaron firme oposición a la adquisición de armamento nuclear por parte de Teherán o, en el caso británico, la interferencia en Irak.
La purga de Ahmadinejad se extendió hasta abarcar una lista de 40 embajadores y otros diplomáticos veteranos a finales de octubre (aunque sus asignaciones terminarán oficialmente el próximo marzo). Los despedidos expresaron frustración por no haber dado un paso al frente y haber dimitido en grupo. Otros que anticipan el mismo destino insisten en privado que dimitirán antes de dejar que las autoridades iraníes les despidan, reiterando su disgusto por servir al nuevo presidente.
Mientras tanto, los altos funcionarios de Teherán, así como algunos diplomáticos, intentaban suavizar el impacto de los beligerantes comentarios de Ahmadinejad. Algunos afirmaban que Irán aceptaría un proceso de paz apoyado por los palestinos, y que Irán quiere la paz, no la guerra. Pero esto no es creíble, teniendo en cuenta la ausencia de responsabilidades en una teocracia que no permite la alternancia de partidos políticos rivales en el poder. El predecesor de Ahmadinejad, Mohammed Jatami, que se enorgullece de su reputación internacional como reformista, fue hasta el punto de equiparar el enfoque ideológico del nuevo presidente con "los valores y principios fascistas en nombre del islam", que Jatami decía ser inaceptable.
Líderes e intelectuales musulmanes de fuera de Irán también comenzaron a protestar. Alí Alyami, un intrépido disidente saudí en Washington, afirmaba que su Centro para la Democracia y los Derechos Humanos en Arabia Saudí rechaza "el repulsivo llamamiento del fundamentalista presidente iraní a aniquilar de la superficie de la tierra a todo un pueblo", y exhortó "a todos los gobiernos árabes y musulmanes, al decente pueblo iraní, y a todos los pueblos, a condenar esta letal difusión del odio".
La observación de Alyami de que "60 millones de iraníes se merecen mejores representantes" fue reiterada por los prominentes disidentes saudíes chi'íes en Occidente.
También en Estados Unidos, el activista de la comunidad chi'í Nawab Agha, del Congreso Musulmán Americano, repudió inequívocamente a Ahmadinejad. Entre los albaneses, la única comunidad musulmana europea con un fuerte componente chi'í, el gobierno de Kosovo apoyó la resolución anti-Irán de la ONU. El periodista paquistaní Husain Haqqani, musulmán sunní afiliado al Instituto Hudson, comentaba, "El llamamiento del presidente iraní a borrar a Israel del mapa llega en un momento en el que los gobiernos de diversos países musulmanes consideran el reconocimiento de Israel. Ahmadinejad está intentando claramente alimentar el odio... el legado de odio contra Israel y su pueblo es inmoral y contrario a los principios humanitarios universales que también invoca el islam".
Conmovedoramente, se informaba de que una estudiante iraní de 29 años de una universidad de Budapest, cuyo nombre no fue publicado, había escrito a la embajada israelí en Hungría para ofrecer sus disculpas por los vulgares comentarios de Ahmadinejad.
Predecir los resultados iraníes es un esfuerzo improductivo. Pero está claro que la mayoría de los iraníes no quiere continuar viviendo como lo hace, y podría ser que los clérigos ya no puedan mandar como lo hacen. Ciertamente no hay mal en esperar que éste sea el caso, y en animar a los diplomáticos iranes y al restante personal a cargo a desertar y liberarse de su implicación en este odioso régimen.
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